En el fútbol, como en la vida, suceden coincidencias extrañas que dan pábulo a la sospecha. En el encuentro de playoff de ascenso a Segunda del pasado domingo entre el Huracán- Logroñés, el colegiado grancanario Juan Luis Pulido Santana se tuvo que retirar de terreno de juego en el minuto 70 aquejado de una lesión en el gemelo de su pierna izquierda. En aquellos instantes, el Logroñés mandaba en el partido 0-1 y en la eliminatoria (1-1 en la ida). Tras 12 minutos de receso, un linier reanudaba el partido como árbitro principal mientras un espectador de la grada del estadio San Gregorio de Torrent, casualmente árbitro de Segunda B, ejerció de juez de banda. Y la historia del encuentro se revertió por completo. Un penalti a favor del conjunto valenciano (anteriormente había errado uno) y dos expulsiones sufridas por el conjunto riojano, propiciaron el empate al final de los 90 minutos y la remontada del Huracán Valencia en la prórroga.
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