dimanche 21 juin 2015

La caída del marchador de oro

El marchador se enfrenta a 50 kilómetros de absoluta soledad. El ruido de la zapatilla en el asfalto, su propia respiración y alguna palabra de ánimo desde el público son sus únicos acompañantes. Por ello, una vez que cruza la línea de meta sólo quiere sentir el calor de los suyos. Jordi Llopart no tuvo esta suerte. Como si la carrera nunca hubiese terminado, el catalán siguió sintiendo la soledad después de quedarse sin trabajo. Décadas atrás, en 1980 en el estadio olímpico de Moscú, había conseguido algo histórico: la primera medalla olímpica para el atletismo español. Sin embargo, la gloria de haber conseguido un hecho tan importante para el futuro de este deporte en España importó poco cuando tuvo que salir a la calle a buscar empleo.

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