Gigantes de más de dos metros saltaban, se abrazaban y se regaban con botellas de agua en el vestuario del Real Madrid al tiempo que gritaban: “¡Yo no quiero agua, yo quiero bebida!”. Y se citaban todos para después, entre flashes y cámaras: “¡Vamos para la discoteca!”. Era un verdadero espectáculo el camerino blanco en el Palau, que festejaba una gesta nunca vista un póquer de victorias con la Supercopa, la Liga, la Copa y la Euroliga.
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