Después del torbellino, del agitador pulso con Nick Kyrgios, el rostro de Rafael Nadal desprendía felicidad y la sesión de entrenamiento transcurría en un ambiente de relax. No para el joven Jaume Munar, que hacía este viernes de sparring y terminó exprimido de tanto correr de un lado a otro, porque el número dos apretaba con el drive que daba gusto y rara vez pisa el freno. Sebastià, el patriarca de los Nadal, buscaba una sombra para suavizar la calurosa mañana de Londres y el resto del equipo aún saboreaba el triunfo del día anterior, previo al cruce de este sábado (hacia las 16.00, #Vamos) con el francés Jo-Wilfred Tsonga.
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