Para el Chelsea, que no conoce lo que es un duelo amistoso o rebajado de intensidad porque no hay equipo inglés que baje los brazos antes de tiempo, el choque de apertura de la Rakuten Cup ante el Barcelona era una puesta a punto maravillosa, ahora que tiene la Premier a la vuelta de la esquina. Hubo ritmo, intensidad y competitividad, quizá porque como advirtió Lampard siempre quedarían cuitas pendientes entre ambos por lo vivido en la últimas Champions. Como el tanto de Patapalo de Ronaldinho, la contra de Torres o, sobre todo, el icónico chut de Iniesta en Stamford Bridge, tan recordado en el imaginario culer. No sucedió lo mismo frente al Vissel Kobe, que es un club amigo; el presidente y dueño de Rakuten, Hiroshi Mikitani, es un enamorado de La Masia hasta el punto de que patrocina al Barça y, una hora antes del encuentro, anunció el fichaje de Vermaelen, cuarto exazulgrana en llegar tras Villa, Iniesta y Samper. Por lo que sin la tensión competitiva y con los buenos deseos de antemano, el amistoso no pasó de entretenimiento, partido ausente de electricidad y chicha. Aunque sirvió, al menos, para ver que Griezmann entiende este fútbol y que los jóvenes como Riqui Puig, Collado Araujo y Guillem Jaime siguen con su pujanza por más que no tengan ocasiones. También Carles Pérez, el extremo novel y de la casa que no cuenta por el overboking en la posición –Messi, Coutinho, Dembélé, Malcom, Griezmann, Sergi Roberto…- pero que ante el Kobe fue el único en rechazar la bandera blanca con dos goles que bien valieron el triunfo.
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