lundi 29 juillet 2019

Bendita clavícula

Muchos nacen para ser profesionales. Pocos para ser leyenda. El destino enmarca el rumbo de los elegidos con momentos puntuales que en la mayoría de ocasiones suenan a tragedia, pero en realidad son solo la muestra de una fortaleza hecha para los auténticos campeones. Ver a Egan de amarillo en el Tour de Francia, la carrera más anhelada e importante del ciclismo mundial, es la recompensa a miles de kilómetros trasegados, a esfuerzos descomunales de sus padres por darle lo mejor trabajando sin descanso, pero sobre todo, a la tozudez tan suya y tan propia de los que no se conforman con ser sino que quieren llegar a ser.

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