samedi 20 juillet 2019

“Si no voy a estar en el podio del Mundial no quiero estar”

El cerro Veleta es un cuchillo elevado a 3.400 metros por encima del mar por efecto del choque de las placas tectónicas de Europa y África. El ventarrón persistente ha pulido la cima hasta mostrar la piedra desnuda: un gigantesco micasquisto metamorfizado, brillante como la plata y pesado como el hierro, todavía salpicado de placas de hielo. Dos cabras salvajes patrullan la senda que recorre el filo bañado por el sol. Parece el lugar más inadecuado para preparar un Mundial de Natación cuando Mireia Belmonte pasa corriendo junto al fisiólogo Iñigo Mugika, que le canta las pulsaciones: “¡Ciento treinta y cinco!”. Una semana antes, corriendo a la misma velocidad durante 50 minutos en el mismo lugar las pulsaciones de la nadadora llegaron a 150. Dice Fred Vergnoux, el entrenador, que esto puede ser indicio de una “adaptación” fisiológica a la altitud, consecuencia del aumento de producción de glóbulos rojos.

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