En la partida de cartas en la que han convertido el Real Madrid y Gareth Bale su separación, el último movimiento de una de las partes —“si se marcha mañana, mejor”, dijo la pasada madrugada Zinedine Zidane tras dejarle fuera del partido ante el Bayern de Múnich en Houston—, expuso no solo un incremento desaforado en la presión sobre su contendiente, sino una evidencia de desamor sin precedentes.
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