La secuencia se repite, esta vez en Londres. La tarde transcurre con el gesto torcido y la cabeza gacha, con miradas perdidas y un deambular dubitativo que refleja el estado de confusión de Garbiñe Muguruza. No le sale nada, va enredándose ella sola y termina desenganchándose de un partido que expresa una realidad compleja, porque ella y su entrenador dicen que lo suyo es tan solo una cuestión de tiempo y detalles, pero los últimos tiempos expresan otra cosa bien distinta. Muguruza cae (doble 6-4, en 1h 30m) frente a la desconocida Beatriz Haddad Maria, la 121ª del mundo, y prorroga una dinámica negativa a la que no consigue ponerle remedio de ningún modo.
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