Antoine Griezmann no se presentó a la hora señalada por el Atlético para iniciar la pretemporada, ayer a las 20.30. Los aficionados y los reporteros congregados a las puertas del centro de entrenamientos del Cerro del Espino no le vieron aparecer. No hubo rastros de su Rolls Royce Wraith bañado en blanco platinado, ni de su McLaren 675LT, ni de su Maserati Gran Turismo, heraldos mecánicos del mejor jugador de la plantilla. El club admitió que Griezmann envió un mensaje anunciando que pagaría la cláusula de rescisión de 120 millones de euros que le libraría de su contrato, pero el aviso, hasta que no se deposite el dinero en la sede de LaLiga, no tiene efectos jurídicos. Según el Atlético, la mera comunicación no exime del cumplimiento de las obligaciones a ninguna de las partes.
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