dimanche 21 juillet 2019

El control antidopaje de un palo de golf

La tecnología ha matado al arte. O al menos lo ha arrinconado. En pocos deportes como en el golf se observa tanto esa preponderancia hoy en día del material sobre el talento. Los creadores están en peligro de extinción, sustituidos por una corte de pegadores que mandan la bola desde la salida del hoyo a 300 kilómetros por hora y a 300 metros de distancia. Tipos como Jon Rahm, Rory McIlroy y Brooks Koepka representan la evolución de un deporte nuevo por la increíble transformación de los palos de golf y de las bolas. El laboratorio ha alterado por completo un juego en el que ya no existen ingenios como Seve Ballesteros. El cántabro ganó este domingo hace 40 años su primer grande, el Open Británico, con una demostración de imaginación para salir de las trampas del campo que hoy sería imposible ver. “Ya nadie ganará un Open como Seve”, dice Rahm.

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