El Barcelona no quiere un Camp Nou medio vacío. La temporada pasada, el estadio tuvo un promedio de asistencia de 72.000 personas (un 72,46% del aforo). Números todavía más raquíticos si solo se tiene en cuenta la primera vuelta: 60.000 (60,39%). El problema, entiende la junta, es que de esos 60.000 espectadores, solo 31.000 eran socios-abonados. Una asistencia baja para una entidad que cuenta con 84.000 abonados y una lista de espera de 10.000. Entonces, la junta decidió cambiar las reglas del juego y modificar la política del Seient Lliure (servicio mediante el cual el abonado puede liberar su asiento y en contraprestación cobrar una determinada cantidad). “El club quiere que el abonando venga al estadio”, dijo Josep Vives, portavoz de la junta, al programa Què t'hi jugues! de Ràdio Barcelona.
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