Un gol anulado por un ajustado fuera de juego ya no saca los demonios de Luis Suárez. Otro tanto no concedido en el minuto 93 al Valladolid en su estadio ante el Barça por el mismo motivo no incendia a la afición local. Una falta fuera del área que se convierte en penalti no provoca un asalto al colegiado en el Rayo-Sevilla… Algo sustancial ha cambiado en el fútbol español, habitualmente tan entregado a las pasiones en el césped y en las gradas. La entrada en juego del sistema de videoarbitraje (VAR) ha dejado en este arranque de temporada actitudes mucho más pacíficas en los futbolistas, menos simulaciones y un promedio inferior de faltas y tarjetas respecto a cursos anteriores. Falta saber si es un efecto pasajero provocado por el gran hermano arbitral o si la paz se extiende toda la campaña, sobre todo en los duelos de mayor tensión, pero el fútbol ya desprende otro aroma.
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