No es fácil conjugar los distintos intereses que convergen hoy en el Barça. A la directiva le conviene, y sobre todo le urge, reducir la masa salarial del equipo, que sobrepasa ya el 80% después de actualizar los contratos de las figuras que capitanea Messi. El 10, cuyo vínculo laboral ha sido revisado hasta ocho veces desde 2003, condiciona su continuidad a la calidad de la plantilla, circunstancia que obliga a invertir en futbolistas como Coutinho. Y el entrenador no está dispuesto a tolerar más imprevistos después de la huida de Neymar y la partida de Iniesta. Ningún jugador simboliza mejor la situación que Rakitic.
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