La gente lo pasó en grande. Márquez se jugaba el título, pero lo hizo al ataque, de la forma que mejor sabe. Y atacar, el pasado domingo en Phillip Island, significaba acabar con el colín roto de su Honda, o terminar con la rueda de alguien marcada en el mono de cuero. A él siempre le gustó la brega –“A mí me gustan las carreras como la de Australia, lo que vimos estaba dentro de los límites”–; mucho más, ser el campeón de los pesos pluma. También le va el lío a Johann Zarco, el debutante del año este 2017 en MotoGP, el que avivó la pelea en la cabeza de la carrera –“Me gustaría ver más carreras con adelantamientos como la de la semana pasada”–, el que tuvo toques con el propio Márquez y también con Rossi, de crítica dura; el que casi se sube al podio. Y van tantos casis que los mandamases de MotoGP ya no tienen paciencia con sus formas.
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