Fernando Alonso es aquello que los especialistas llaman un carrerista, esto es un piloto al que le chifla medirse con sus rivales cuando hay algo en juego, y es por eso que los domingos de gran premio ofrece su mejor versión. Y a diferencia de lo que ocurre con muchos de los jóvenes que actualmente abarrotan las parrillas de los campeonatos menores, que andan completamente obsesionados con llegar a la Fórmula 1, él disfruta con cualquier aparato que tenga cuatro ruedas y un volante, por más que tenga que impulsarlo dando pedales. Con esa idea de probar otras disciplinas, el asturiano se alistó el pasado mes de mayo en las 500 Millas de Indianápolis, en las que fue el principal protagonista de un evento multitudinario a pesar de sufrir la misma suerte que le acompaña en su segunda etapa en McLaren: el motor reventó a menos de 25 vueltas del final, y cuando circulaba en el grupo de cabeza.
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