El presente, la realidad inmediata, invitaba ayer a la decepción, a la pena por haber caído finalmente en Singapur (7-4 y 6-4, en 1h 41m) y, por lo tanto, a haberse quedarse por tercera vez sin el premio en la cita maestra y sin la posibilidad de cerrar el ejercicio como número uno. Eso, lo dicho, en caliente.
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