El pasado miércoles, una expedición de periodistas suizos desembarcó a media tarde en el área de prensa del Singapore Indoor Stadium, cuando la Copa de Maestras ya había alcanzado su ecuador. Traían sigilosamente desde allí una exclusiva que para entonces, mientras ellos volaban por los cielos asiáticos, ya había trascendido. Su tenista, su heroína, la genuina y precoz Martina Hingis (Košice, Eslovaquia; 37 años), aquella niña que enamoró a todo el mundo cuando comenzó a triunfar siendo todavía una adolescente, con un juego cerebral y golpes delicados, ha decidido dar el paso que a muchos tenistas tanto asusta: este, el de Singapur, será el último torneo de su carrera.
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