El circuito de Silverstone es largo y rápido, con sectores de curvas enlazadas y velocísimas, y además, está plagado de baches que a uno le complican la vida, especialmente en las frenadas. Todo un reto para los pilotos. Un gustazo para Marc Márquez, que disfruta cuando le ponen un plato fuerte en la mesa. El piloto de Honda fue al límite, como cada sábado que se pone en juego la primera posición de la parrilla. Pero en trazados como este resulta más evidente. Es fácil verle subirse a los pianos o despendolarse tratando de controlar una Honda que se mueve irremediablemente sobre una pista tan inestable, fácil imaginárselo cerrando los ojos en esas frenadas en las que se le levanta la rueda trasera unos cinco centímetros del suelo. Así va en las curvas, que raro fue no verlo en el suelo, como le había pasado hasta en dos ocasiones el día anterior. Este sábado, camino de la pole, salvó la que hubiera sido la tercera caída del fin de semana: tiró de cuerpo y de codo, como acostumbra, y recuperó la posición encima de la moto. Fue en la curva 13, en el mismo punto en el que se cayó el día anterior. Y después de haber marcado ya el mejor tiempo de entre los clasificados para la Q2.
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