A los pilotos como Lorenzo, que le han sufrido desde pequeños, cuando se derraman lágrimas por los segundos puestos, pues a menudo saben a poco, no les sorprende ver ahora cómo gana Andrea Dovizioso. Porque siempre fue un piloto fino, de los que tienen un buen juego de muñeca. Pese a ello, ha sabido adaptarse a la Ducati, una moto que parecía solo apta para salvajes, ha sabido aprovechar su potencia, y minimizar sus defectos, que cada día son menos visibles, ha aprendido a tirar del freno trasero, a sacar lo mejor de sí a la entrada de las curvas. Y, como siempre fue un piloto inteligente, sabio a las buenas y a las menos buenas, ha seguido pilotando como siempre.
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