Puede ser por el pie. Hace dos años Froome traía la Vuelta preparada al dedillo, calculada como el británico mide sus posibilidades y estruja sus opciones bajo la atenta mirada de su preparador personal. Todo calculado, bajo control, salo las caídas, siempre inoportunas, inesperadas, como la que sufrió en Andorra que le afectó a los huesos el pie. A los 3 kilómetros se estampó contra la pared y tras ser revisado en el Hospital, se fue a su casa. Era la Vuelta, hasta la actual, que mejor había preparado para cumplir su deseo de no ser “un ciclista que solo gana el Tour”. La Vuelta la ganó Fabio Aru, pero era la Vuelta de Froome. Lo suyo fue un traspié.
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