Con él en la pista, los ay! son continuos. Marc Márquez salvo una caída apoyándose, como tantas otras veces, en el codo y en la rodilla. Estaba cerca del asfalto, trazando una de las curvas cerradas del circuito de Brno, y quedó a ras de suelo: se agarró bien al manillar e hizo tanta fuerza como pudo para recuperar la vertical. Todavía no había empezado siquiera su primera vuelta lanzada al trazado checo. Estaba en juego la clasificación para este domingo. Al poco de aquello, su compañero Dani Pedrosa, que, como él, estuvo en este mismo escenario hace apenas unas semanas en un test privado de Honda, marcó la vuelta rápida. Y él, actual líder de un Mundial apretadísimo, respondería con un giro apenas 26 milésimas más lento. Tras el cambio de gomas en el box, Márquez, volvió a protagonizar otro de esos sustos tan suyos: pasó por la chicane como una cabra loca; el ápice de la primera de las curvas se le atragantó un poco, pero no tuvo problema alguno para salir de allí encima de la moto. Quería la pole. Y pilotaba al límite. Como cada sábado.
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