Arrancó el Mundial de Fórmula 1 en Australia y el aficionado patrio menos preocupado por el asunto, que no trasnochó ni madrugó para ver la carrera en directo, consultó durante el desayuno su ordenador o su teléfono móvil con el fin de conocer el dato que más le interesaba, esto es, en qué vuelta se había roto el coche de Fernando Alonso. Supo entonces que ocurrió en la vuelta 50, a siete del final, y que la culpa esta vez fue de la suspensión, detalle insignificante pues podría haber sido de cualquier otro elemento del vehículo con la excepción del radiocasete, que al parecer funciona bien.
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