No hay mejor personaje para fomentar el show mediático y el hooliganismo que Piqué. Las dos partes se retroalimentan sin que nadie ponga remedio, conscientes de que todo se banaliza y nada penaliza, como si formara parte de un plan común en interés de la diversión colectiva, indispensable para mantener el gas sentimental del Barça-Madrid. Aparece Piqué y de forma sistemática se habla de los árbitros, circunstancia natural si se tiene en cuenta que el VAR fue el protagonista del Francia-España. Incluso se podía bromear, como hizo Ramos, con lo bien que le sienta el blanco al defensa azulgrana después de que el vídeo corrigiera al colegiado y certificara el 0-2.
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