La consigna, de corte stalinista, es clara: ni un paso atrás. Más allá del control y la solidez, la vía hacia la victoria le exige a Rafael Nadal un salto hacia adelante o, cuando menos, mayor determinación. Bien lo sabe él, el mejor intérprete de su tenis, y por eso aplicó la directriz a rajatabla en el pulso frente a Jack Sock (6-2 y 6-3, en 1h 22m), en los cuartos del Masters de Miami. Ni enredos, ni peloteos, ni quedarse a medio camino. Después de unos cuantos partidos en un territorio difuso, demasiado contemporizador, el balear resolvió por la vía más vertical y se reencontró con ese tenista punzante que elevó el vuelo durante los dos primeros meses de esta temporada.
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