Hay duelos a los que le sobran minutos, un largo tiempo de juego en el que no pasa absolutamente nada. Pero nada. Como ayer entre el Espanyol y el Betis. El cuadro de Quique Sánchez Flores y el de Sánchez del Amo parecían condenados a anularse en el campo y a aburrir a la hinchada. Sin embargo, el fútbol tiene esos caprichos, impulsado por los jugadores distintos, como José Antonio Reyes, que apareció en la agonía del duelo para firmar un gol precioso, homenaje a su calidad que no se quiere oxidar. La afición no lo podía creer. No está acostumbrada a este tipo de gestas. El gol de 9 sirvió para dar vuelta el marcador. Nadie creía en la remontada. Salvo Reyes, claro.
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