Hacía una semana que Gonzalo Higuaín (Brest, Francia aunque nacionalizado argentino; 28 años) se había comprometido con la Juventus. Ocurrió después de que cayera en la final de la Copa América y antes de que iniciara sus vacaciones en Ibiza; ocurrió, también, en un restaurante de Madrid, con Fabio Gremio, el director general de la entidad turinesa, al otro lado de la mesa. Y ocurrió, claro, tras superar la revisión médica realizada en la Clínica Sanitas de la capital. La oferta era irrechazable y no escondía la voluntad de la Juve de restar picante y algo más al Nápoles, su gran rival. Así lo entiende el presidente Aurelio de Laurentis, enrabietado a más no poder con el 9 por lo que considera una deslealtad y falta de principios. “Si se va, se traicionaría a sí mismo. Uno no se acerca a uno de los fondos del estadio de San Paolo para cantar la Canción del Enamorado –que en su día se entonó para Maradona- y se marcha al rival histórico”, sentenció. Pero Higuaín no lo ha dudado, agasajado con la oferta de más de siete millones por temporada (ha firmado por cuatro cursos), más los ingresos ligados a los derechos de imagen. El fichaje, en cualquier caso, rompe la banca del mercado veraniego y establece un nuevo récord en el fútbol italiano: 90 millones. Muchos más de los que en su día pagó la Lazio al Parma (56) por Hernán Crespo en el año 2000, el anterior registro.
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