La llama de la antorcha olímpica está diseñada para resistir viento, lluvia, golpes y accidentes, pero el pasado miércoles no aguantó una turba de brasileños indignados. Al pasar por Angra dos Reis, un municipio turístico al sur del Estado de Río de Janeiro, la antorcha fue interceptada con violencia por una multitud de profesores de escuelas públicas, contrarios a que los Juegos Olímpicos se celebren en un Estado que atrasa, por norma, el pago de sus salarios. Para cuando la policía logró disolver la manifestación la llama olímpica se había extinguido.
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