dimanche 24 juillet 2016

Hinault, vuelve

Tal vez sea mucho pedir que Bernard Hinault vuelva a ganar el Tour, pero ¿qué otro francés podría hacerlo? Él fue el último. Entonces vivíamos en 1985. Gorbachov acababa de acceder al poder en la URSS. Nintendo lanzaba Super Mario Bros. Toni Morrison publicaba Beloved. Moría Orson Welles. Se estrenaban Los Goonies. Torrente Ballester recibía el Cervantes. Madonna usaba el sujetador como ropa exterior y arrasaba con Like a Virgin.Pero empezó a pasar el tiempo. Fumamos nuestro primer cigarro. Entramos en el instituto. Flirteamos con el hachís. Repetimos curso. Tuvimos nuestro primer ordenador. Los franceses empezaron a no ganar el Tour. Estrellamos el coche de papá. Nos fuimos a la universidad. Indurain afianzó su hegemonía. Nos licenciamos casi sin querer, y nuestro primer trabajo fue de camarero. Salvo Richard Virenque, los franceses ni siquiera quedaban segundos. Nos compramos otro ordenador, esta vez con nuestro dinero, y poco después un móvil. Firmamos un contrato indefinido. Por un tiempo, creíamos que las hazañas de Lance Armstrong eran verdad. Sustituimos el móvil. Llegó Sarkozy. Llegó Carla Bruni. Desapareció Strauss-Khan. Cadel Evans tanto agonizó que un año ganó. La crisis nos llevó por delante a todos. Le concedieron el Nobel a Le Clézio, incluso a Patrick Modiano. Nos compramos el enésimo teléfono. Pero el Tour le negaba la gloria a los ciclistas franceses. Y así sigue.

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