Se había complicado la vida el Espanyol de mala manera en el tramo final de la temporada, sin juego ni resultados, pendiente ya del transmisor y de lo que sucedía en casas ajenas porque temía la próxima visita al Camp Nou y quién sabe si una pifia mayúscula en la última jornada que acabase en un descenso maldito. Pero encontró el equipo blanquiazul a todo un amigo en el Sevilla, también a una madre que hizo honor a su festividad, porque se presentó en Cornellà como exigía el calendario pero se olvidó de la ambición y el apetito en el camerino, como si el partido no fuera con ellos. Aprovechó el regalo Caicedo y lo festejó Cornellà con efusividad, consciente de que si la Liga se alargaba un poco más las pasarían canutas para mantenerse en Primera.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/1NMg5FE
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire