Que el fútbol mueve masas y levanta pasiones quedó más patente que nunca el 1 de agosto de 1995. Veinte años antes de que el Elche pagase con el descenso sus malas políticas financieras, Sevilla y Celta corrieron distinta suerte aunque pasaron dos semanas en el infierno futbolístico. Aquel día, con media España de vacaciones, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) anunció que Sevilla y Celta eran expulsados de la competición profesional, tendrían que jugar en 2ªB. El suelo se abrió en la capital andaluza y en Vigo, escenas desgarradoras de aficionados descompuestos inundaron los informativos y el tsunami hizo que los Ayuntamientos se volcasen defendiendo a sus equipos.
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