En los albores del mercado de fichajes de este verano una noticia sobresaltó al celtismo, el Valencia abonaba la cláusula de rescisión de Santi Mina y un nuevo canterano dejaba Balaídos. Diez millones de euros le reportaron al Celta esa operación, un dinero que tiene un valor material y simbólico porque con él se cancela la deuda con la Agencia Tributaria de una entidad que siete años atrás había entrado en concurso de acreedores con unos números rojos que se disparaban hasta los 69 millones de euros. Entonces el presidente Carlos Mouriño decidió firmar un aval poniendo en riesgo parte de su patrimonio para evitar la desaparición del club. Hoy es unánimemente aplaudido por su gestión. “Nunca volveremos a cometer locuras ni desequilibros presupuestarios”, asegura. El Celta es hoy en lo económico un club saneado, en lo social tiene más abonados que nunca (mira de frente el objetivo de los 25.000) y se ha estabilizado en Primera con un estilo de juego atractivo para el espectador.
source Portada de Deportes | EL PAÍS http://ift.tt/1L9kVrk
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire