A Jesús España le tocó viajar el sábado pasado, al día siguiente de cumplir 37 años, demasiado tarde como para aclimatarse y adaptar su cuerpo al cambio horario antes de su carrera de 5.000m del miércoles, así que el atleta de Valdemoro, tan competitivo como ninguno, antes de viajar se tiró una semana acostándose a las seis de la tarde y levantándose a las cuatro de la mañana. El campeón de Europa de 2006 en una final que nadie olvida porque derrotó al joven entonces Mo Farah, y subcampeón de Barcelona 2010, llegó a Pekín con la confianza plena, preparado para hacer una de las mejores marcas de su vida. “Está para 13m 10s”, decía, encantado, su entrenador, Juan del Campo. “Ha hecho la preparación perfecta. No ha sufrido ninguna lesión. Ha estado en Sierra Nevada en altura. Va ideal”. Sin embargo, y sin saber por qué, mediada su semifinal de 5.000m, la segunda, la más rápida, la que clasificó para la final a los 10 primeros, cuando aceleró el ritmo Galen Rupp, España empezó a quedarse descolgado, incapaz de seguir un ritmo que para sus condiciones y su calidad no era excesivo. Terminó por orgullo pero muy lejos, 14º a 16s del décimo. Eliminado en sus quintos Mundiales.
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