Jorge Martín es duro como una piedra. Un piloto que, a pesar de las lesiones, las caídas, los choques, no se rompió hasta que no cruzó la línea de meta. Como campeón de la carrera en Sepang. Como campeón del mundo de Moto3. Y ya no reprimió las lágrimas. Todo el sufrimiento había valido la pena.
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