Un club contra el sistema
En Eibar, el fútbol creció como una flor en un precipicio. No había lugar para un campo de fútbol, pero ahí está Ipurua; no tenía presupuesto para quedarse en Primera, pero encontró accionistas en 50 países; no tenía tamaño para desafiar a los gigantes, pero le pasó por encima al Madrid. Del mismo modo que no hay mayor fuerza dramática que la de un individuo enfrentado al sistema, el Eibar es un Espartaco institucional que desafía a este tiempo con el poder de la dignidad. No hay ningún valor oculto bajo la bandera de ganar como sea y Mendilibar lo sabe. Su proyecto es un canto al fútbol simple en donde la entrega de todos es un principio solidario que hace de cada jugador una mejor persona, y del equipo entero un monumento a la rebeldía y la honradez.
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