El 15 de septiembre, al calor de una extraña tarde de bochorno en Bilbao, Julen Lopetegui reunió a la plantilla en el hotel de concentración antes de salir hacia San Mamés y para sorpresa de los presentes anunció que Casemiro sería suplente en favor de Ceballos. A los 45 minutos del partido el entrenador lo vio tan negro que tomó la primera de una serie de decisiones desesperadas. Metió a Casemiro y retiró a Ceballos, pero para entonces las fisuras se volvían socavones. En San Mamés, Lopetegui perdió sus primeros puntos en la Liga y emprendió una caída progresiva después de desafiar una ley que ningún entrenador del Madrid ha podido alterar desde que Xabi Alonso fue traspasado al Bayern en 2014. La norma es sencilla: el equipo no funciona sin Casemiro.
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