El Fenerbahçe desinfló el estado de euforia que se respira en el Palau Blaugrana de un tiempo a esta parte. Se estaba convirtiendo en un fortín, con victorias concluyentes ante el Maccabi, el Armani Milán y el Real Madrid, y un juego hacendoso, efectivo y a menudo espectacular. Por eso, el mérito del equipo turco fue extraordinario. Redondeó un partido formidable e hizo saltar en pedazos la guarida azulgrana.
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