Se le criticó a Valverde por su propuesta en el Wanda, con un equipo para no perder antes que para imponer su fútbol, porque figuró con Arturo Vidal de mediapunta y dos medios de escuderos para saturar el centro del campo con las caídas de Messi. Quedó un partido tosco e insípido, el duelo con menos remates en esta Liga. Circunstancia que no importunó al Atlético ni a Simeone pero que sí rebajó al técnico azulgrana, exigido como sus predecesores a ganar con buen juego. Le toca ahora la Champions, competición en la que muestra su versión más sólida, más allá de un empate en Milán, por lo que en Eindhoven le vale el triunfo o el empate, si el Inter no gana al Tottenham, para cerrar la clasificación como primero de grupo. Pero es un examen trampa porque el técnico debe decidir qué Barça quiere ser, además de medirse con un PSV que cuenta todos sus partidos (13) por victorias en la Eredivisie, con un saldo de 46 goles a favor por cinco en contra.
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