Tras el espartano ejercicio contra el Barcelona, el Atlético se dio un garbeo contra el frágil Mónaco por un juego más suelto con el que certificó su pase a los octavos de final. La posesión fue rojiblanca y la pelota le corrió fluida por tramos. Otro fútbol. Suficiente para hacerle ver al equipo francés que este no era su partido, ni ya su competición. Ya solo le queda conocer al Atlético si será primero o segundo de grupo. El curso pasado, a estas alturas, el nombre del Qarabag se había grabado a fuego en la memoria más oscura de su historia.
source Portada de Deportes | EL PAÍS https://ift.tt/2QneHj2
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire