Boris Becker, el extraordinario bombardero alemán de los ochenta y los noventa, probablemente amanezca mañana con agujetas porque no dejó de levantarse una y otra vez para dedicarle palmas a su heredero, Alexander Zverev. El joven talento, de 20 años, demostró en la apertura de la serie de cuartos de la Copa Davis, frente al experimentado David Ferrer, por qué está llamado a liderar el tenis en los años venideros. Con el aplomo de un veterano, Sascha fue deshojando la victoria (6-4, 6-2 y 6-, en 1h 55m) y concedió el primer punto a su equipo antes de que Rafael Nadal y Philippe Kohlschreiber salten a la pista para el segundo pulso de los individuales.
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