Se llama chilena, pero su origen es vasco. Así lo estableció el escritor Eduardo Galeano, que atribuyó la paternidad de la pirueta a un bilbaíno emigrado a Chile, Ramón Unzaga. “Inventó la jugada en la cancha del puerto chileno de Talcahuano: con el cuerpo en el aire, de espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás en un repentino vaivén de hojas de tijera”, escribió el uruguayo en El fútbol a sol y sombra, una carta de amor a ese deporte al que “solo jugaba bien cuando dormía”.
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