Cuando llegó al Espanyol, todavía con acné juvenil y pelo rizado, Coutinho solicitó al club quedarse después de las sesiones a tirar lanzamientos. Enfrente estaba normalmente Cristian Álvarez, ahora portero en el Zaragoza, y ocasionalmente Kiko Casilla, guardameta del Madrid. Ramon Planes, el entonces director deportivo blanquiazul, todavía recuerda esa tarde en la que chut que hacía, chut que se colaba en la portería. “La ponía en una escuadra y luego en la otra. Un espectáculo”, recuerda. Pero incluso él se quedó boquiabierto al siguiente día, esa tarde en la que el Espanyol se medía ante el Málaga. Fue, claro, en una falta directa desde la frontal del área. Resulta que el carioca puso la pelota en el césped, miró al frente y le pegó raso por debajo de la barrera y tan ajustado al palo que hizo inútil la estirada de Caballero (ahora en el Chelsea). “Mira que lanzó y lanzó, pero ese disparo se lo sacó de la manga porque no lo había probado en ninguna ocasión”, señala Planes; “pero es lo que tienen los especialistas a balón parado, que suelen escoger la mejor solución”. Con el Barça, sin embargo, no tiene ni la opción.
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