“Si no existiera”, dice con toda seguridad una chica australiana llamada Nicole mientras pasea por el boulevard de Saint Kilda, “a Roger Federer habría que inventarlo”. A la joven le resulta casi ofensiva la pregunta sobre quién cree que se proclamará campeón el próximo domingo en Melbourne. “Roger, Roger”, sentencia casi sin dejar que concluya el planteamiento. Por fortuna para ella y para el tenis, y en realidad para todo el deporte, el suizo no solo existe, sino que además perdura. No se sabe si vencerá o no al croata Marin Cilic en la final del próximo domingo, pero de momento, con su triunfo por 6-1 y 5-2 (en 62 minutos), con abandono de Hyeon Chung, está un poco más cerca de satisfacer a su admiradora Nicole.
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