El contragolpe se impuso al toque. Tres fogonazos vertiginosos resolvieron un duelo de estilos antagónicos. A un lado, el Atlético de Simeone, siempre dispuesto a acortar los trámites del juego a la mínima que el contrario se lo permite. Al otro, Las Palmas de Paco Jémez, decidido a intentar evitar el descenso de su querencia por la pelota. Una tarea que se vislumbra compleja ante la falta de pesaje de Las Palmas en defensa y en el corazón del juego. La desbandada de mimbres respecto al curso anterior que encabezó Roque Mesa ha dejado un plantel con poca continuidad en el juego como para poder inquietar al Atlético.
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