Un viernes de noviembre de 1977, Manolo Esteo tuvo un encuentro feliz. Manolo Esteo había sido portero del Atlético Madrileño. No cuajó, y para la fecha trabajaba de ejecutivo en el grupo AIG. Terminada la jornada, cayó sobre las ocho de la tarde por la discoteca Cerebro, en Goya. Al rato apareció un ex compañero que sí había triunfado: Juan Gómez, Juanito, para entonces figura del Real Madrid. Esa noche tenía que tomar el tren para viajar a Gijón con el equipo, pero había decidido echar un rato en la discoteca mientras llegaba la hora.
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