Ya es paradójico que el único club de élite en España que vive feliz sea el Valencia, que hace apenas unos meses merodeaba por el infierno llorando sus miserias. Dirá el siempre atento lector que de qué va esto, que hay un equipo, el Barça, invicto en la Liga, invicto en Europa, intocable, intratable y líder con 10 puntos de ventaja sobre su gran rival, el Madrid. Cierto es. El Barça vuela a velocidad de crucero y poco importa que de fútbol se le vea escaso, más allá de que con Messi en la partida siempre saque la carta más alta. Pero buena parte de la hinchada azulgrana sigue sin alcanzar la felicidad. Y no por el derrotismo que un siglo atrás acompañó a este club, ni tampoco por el motín y posterior fuga de Neymar. Debería estar la gent blaugrana entretenida en pitotes y francachelas y, sin embargo, vive carcomida por la incertidumbre. Así lo certifica la carta que Joan Manuel Serrat, uno de sus más ilustres miembros, y el más universal, escribió a Josep Maria Bartomeu, sorprendentemente todavía presidente del Barça, y publicada en este periódico el pasado sábado. Serrat es ese hombre que ha llevado Cataluña y la lengua catalana por todo el mundo sin necesidad de cubrirse con estelada alguna. Muestra el artista en la misiva su preocupación por “un tema que desde hace demasiado tiempo mantiene confusos y desasosegados a socios y simpatizantes de nuestra entidad”. “Digámoslo claro”, añade. “Culés del mundo: Leo Messi puede negociar a partir del 1 de enero con quien quiera y por lo que quiera”.
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