Aún tenía 29, premonitorio. Hace siete años Aritz Aduriz dijo en este periódico que siempre había sido “un jugador de evolución tardía”. Estaba en el Valencia y en temporada Champions. Su carrera validaba lo que expresaba. Al fin y al cabo con 23 años aún estaba en Segunda División B, en el Burgos CF. Había salido de Lezama, prefirieron a otros. Su caso amaga con ser único. Antes de los 30 marcó 54 goles, 132 después de la treintena.
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