Una de las virtudes de Renfe es su implacable lógica interna: cuanto más largo es el trayecto, menos posibilidades hay de cargar el móvil. En un tren entre Pontevedra y Vigo, cuando uno está enchufando el cargador tiene que bajarse ya del tren; entre Madrid y Pamplona, como no hay enchufes a veces da tiempo a leer un libro. ¡Un libro! En el siglo XXI.
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