La Copa de Maestros de esta última semana ha sido el broche final a mi trayectoria como entrenador de mi sobrino Rafael. Doy por concluida una feliz etapa de 27 años que se inició el día en que el hijo de mi hermano Sebastián entró en mi pista de tenis con tan solo tres años. Hoy salgo yo de la suya pero no se acaba aquí mi camino. Seguiré vinculado al tenis porque mi ilusión y amor por este deporte, por suerte, siguen intactos.
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