jeudi 23 novembre 2017

Aplauso infinito para Iniesta

Fue en el minuto 116 de la final del Mundial de 2010. Fue tras un pase de Cesc Fàbregas. Y fue el momento de explosión que cualquier aficionado de la selección española habría deseado vivir al menos una vez en su vida. Gracias a Andrés Iniesta se palpó, disfrutó y gozó durante esa noche y todas las siguientes que se quieran porque quedará grabado en la memoria y en los libros. Pero para Iniesta no fue solo su momento, sino que fue la ocasión perfecta para recordar a Dani Jarque, a su querido amigo y central del Espanyol –club vecino y rival-, que había fallecido en el verano anterior porque su corazón dijo basta. El gesto de generosidad le valió el afecto de toda la grada blanquiazul. Pero también el del planeta balón porque evidenció ser capaz de anteponer las personas a la fama o al éxito individual. Aprecio, además, que no le faltó a Iniesta en toda su carrera porque le rebosa el fútbol de las botas. Y así se está viendo en esta Champions League como hace tiempo que se observa en todos los estadios de España a excepción de San Mamés, aunque más por tintes políticos e ideológicos que por otro motivo.

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